“El aula de clases… un mundo pequeño”
“La escuela… un gran universo”
Un mundo conformado por seres humanos que como individuos
poseen caracteres, actitudes y aptitudes
que los distinguen unos de otros. También
se suman otros aspectos como estatus social,
económico, educativo, cultural, familiar, presencia de valores a distintas
escalas, etc. que tienen un peso significativo al momento de integrarlos como grupo.
Lógicamente se reúnen para buscar bienes comunes y tienden a demostrar intereses
no siempre parecidos y para alcanzar logros debe haber armonía y convivencia en
paz, entre ellos y con otros grupos.
Todas las características deben ser tomadas en
cuenta porque encontrar la armonía entre
ellos no siempre depende del factor
tamaño, sino del modo en que se manejen y gestionen las emociones.
El primer trabajo del docente es formar grupos
disciplinados y homogéneos en cierta forma basados en normas legales y sólidas
para que produzcan, trabajen y se
apropien de conocimientos de calidad. El aprendizaje en manada es más efectivo,
productivo y rápido que el aprendizaje individual. Luego de consolidados hay
que mantenerlos.
Es lastimoso, tener que escuchar que un docente
no tiene dominio de grupo o no logra avanzar en contenidos por culpa de la
indisciplina que reina en el aula.
Es por esto que se necesitan docentes bien preparados
en su formación universitaria, con ética profesional y con vastos conocimientos
en componentes psicológicos, con el
objeto de que al socializar y controlar la disciplina en el grupo no se actúe
conforme al sentido común, ya que este no es suficiente. Hay que demostrar
conocimientos sobre la conformación de grupos y tener facilidad de palabra y suficientes
argumentos, porque en ese mundo pequeño que es el aula, así como es verdad que ocurren
grandes conflictos, también es cierto
que quienes los protagonizan son personas en proceso de formación que están definiendo
su comportamiento de interacción con los demás y afirmando lo que después será
su conducta en la sociedad. Aquí es donde cabe citar la célebre afirmación que
dice: “Educa al niño para no castigar al hombre”. En tal sentido, es necesario
obviar desde ya la clásica forma de resolver problemas y evitar caer en verbos
peligrosos como castigar, imponer, presionar, amenazar, sentenciar, prohibir, maltratar,
gritar y humillar.
Para descontaminar el medio ambiente de
emociones en mal estado hay que abonar el terreno con vitaminas emocionales
(caricias, amor, buen trato, sonrisas, ternura y abrazos) y no dejar que crezca
maleza (rencor, odio, resentimientos, juicios negativos) que son las llamadas
basuras ecológicas que empañan nuestro diario convivir (referencias ecología
emocional).
“HABLANDO SE ENTIENDE LA GENTE”
Casi
puede asegurarse que el docente no
aprende en la universidad a resolver conflictos escolares. Es en la
escuela donde tales situaciones se
presentan de manera imprevista y muchas veces inevitable, porque en resumidas
cuentas son producto de la convivencia en grupo, y ese es un tema bastante
trillado y todos lo conocemos.
La
participación del docente en el caso que nos ocupa, es enseñar a establecer
causas, estudiar lo ocurrido y no emitir juicios arbitrarios.
Hay
que hacer entender que las culpas se
deciden después y nunca antes. También debe insistir en que los desenlaces
deben ser siempre orientados hacia la conciliación y la paz.
Cuando
un docente logra establecer la armonía en el aula tiene un camino libre de
obstáculos para el aprendizaje. Al conducir un grupo la mejor arma es la
palabra, y… ¿no es acaso, la palabra el arma del docente?
El
docente debe encontrar las soluciones conservando
la mayor serenidad posible, actuar con sensatez y profesionalismo, demostrar valores, mediar y ser imparcial.
De igual manera debe planificar estrategias para
tratar los episodios de indisciplina u
otras desavenencias. La condición de
autonomía radica en saber superar con audacia
e inteligencia las dificultades.
UNA
NOTICA PARA TU MAMÁ
Rayar el cuaderno del alumno que no termina de copiar una tarea o un texto
guiado, tiene pro y contras. El único pro es que es un posible
enlace entre el docente y el representante rápido y efectivo, pero tiene varios
elementos en contra. Entre ellas tenemos:
El
representante en el hogar, no podrá hacer que su representado termine la
actividad porque el espacio donde debía continuar,
el docente lo ocupó con su mensaje, que lejos de informar tiene como primera
impresión el descargue de quejas, por calificarlo
de alguna manera. También toca el plano psicológico, que es el más
difícil de superar, pues lleva al estudiante
a sentir vergüenza de mostrar su cuaderno a sus
representantes o a otras personas,
planteando o suscitando nuevas situaciones
realmente innecesarias.
Otra cuestión es que si el docente se acostumbra
a colocar notas u observaciones en el cuaderno, es muy probable que tanto
estudiante como representante dejen de darle importancia.