En las aulas de clases ocurren situaciones de las
cuales me gustaría conversar. Naturalmente, todos
los niños deben ir a la escuela,
porque es la norma. En consecuencia,
los padres y representantes comienzan a
ser partícipes de una nueva
experiencia durante la cual cada día es distinto. Algunos se muestran interesados
por colaborar con el docente, acuden a
las reuniones y se entrevistan con frecuencia con este, estableciendo esa relación
necesaria que facilita y permite el
aprendizaje armonioso, seguro y responsable que favorece a todos.
Así, teniendo padres y representantes comprometidos,
presentes, incluidos y activos, es inminente e indiscutible que todo el trabajo
escolar será de esfuerzo compartido, y por supuesto más ligero y funcional. Se
daría con facilidad la aplicación de correctivos
de indisciplina, se observarían cambios positivos de comportamiento, habría
cumplimiento de deberes, se lograrían más avances importantes como los
compromisos con la escuela, la asistencia a reuniones, y el apoyo a la calidad
del proceso educativo.
Alcanzar progresos
en todas las áreas de aprendizaje depende pues en gran medida, del trato
continuo entre docente y representante, y de éstos con el estudiante. Esa relación en muchos casos interesada
obviamente, genera de manera automática en
el estudiante expectativas que lo impulsarán a cumplir a cabalidad con las
actividades escolares, puesto que advierte que su representante mantiene un interés activo,
preocupado y vigilante, tanto de lo que
hace como de lo que deja de hacer.
Las discrepancias o falta de acuerdos que se suscitan a veces entre padres y maestros entorpecen el avance escolar y deben ser resueltas de ipso facto, antes de que sea tarde. No hay peor error que esperar los
últimos meses para informar al representante que el estudiante no demostró avances.
Este texto reflexivo plantea diferentes puntos de
interés:
1.
Si los padres o representantes no van a las
entrevistas hágale una visita al hogar. Esto muchas veces favorece y fortalece el
desempeño escolar.
2. Canalice
cualquier situación en el marco de la tolerancia y el respeto, sin menospreciar
la preparación académica del representante.
3. Demuestre en todo momento coherencia entre lo
que dice y lo que hace, ética profesional, vocación de servicio, educación,
inteligencia, perspicacia, valores, y en fin reflejar todo un cúmulo de ideales propios de un profesional facilitador de
aprendizajes.
4. Trabaje.
Que el estudiante lleve a su hogar diariamente nuevos conocimientos y emociones
maravillosas en mente y corazón.
5. Revise las tareas, no dicte un libro, no llene
la pizarra (filtre la información), utilice esquemas o mapas mentales y
conceptuales.
6. Ofrezca soluciones adecuadas, factibles y a tiempo… si hay dificultad de aprendizaje.
7. Informe con
suficiente tiempo la ausencia de avances
y levante acta de las entrevistas hechas al representante.
8. Proponga a
padres y representantes charlas, videos, debates u otra técnica para deliberar
sobre estrategias de enseñanza que
puedan usar en el hogar.
9. Demuestre
entrega y amor, no grite, ni maltrate. Trate con cortesía y NO aplique el efecto Pigmalión de
forma negativa.
¡GÁNESE ASÍ AL
REPRESENTANTE!