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domingo, 21 de febrero de 2016

Sucede… ¡EN EL AULA! II




En las  aulas  de clases ocurren situaciones   de las cuales me gustaría conversar. Naturalmente, todos  los niños deben ir a la  escuela, porque es la norma. En consecuencia, los padres y representantes comienzan a  ser partícipes  de una nueva experiencia durante la cual cada día es distinto. Algunos se muestran   interesados por  colaborar con el docente, acuden a las reuniones y se entrevistan con frecuencia con este, estableciendo esa relación necesaria que facilita y  permite el aprendizaje armonioso, seguro y responsable que favorece  a todos.

Así, teniendo padres y representantes comprometidos, presentes, incluidos y activos, es inminente e indiscutible que todo el trabajo escolar será de esfuerzo compartido, y por supuesto más ligero y funcional. Se daría  con facilidad la aplicación de correctivos de indisciplina, se observarían cambios positivos de comportamiento, habría cumplimiento de deberes, se lograrían más avances importantes como los compromisos con la escuela, la asistencia a reuniones, y el apoyo a la calidad del proceso educativo.

 Alcanzar progresos en todas las áreas de aprendizaje depende pues en gran medida,  del   trato continuo entre  docente y  representante, y de éstos  con el estudiante.  Esa relación en muchos casos interesada obviamente,  genera de manera automática en el estudiante expectativas que lo impulsarán a cumplir a cabalidad con las actividades escolares, puesto que advierte  que su representante mantiene un interés activo, preocupado y vigilante, tanto de lo que  hace como de lo que deja de hacer. 

Las discrepancias o falta de acuerdos que se suscitan a veces entre padres y maestros entorpecen el avance escolar y  deben ser resueltas  de ipso facto,  antes de que sea tarde. No hay peor error que esperar los últimos meses para informar al representante  que el estudiante no demostró avances.

Este texto reflexivo plantea diferentes puntos de interés:

1.      Si los  padres o representantes no van a las entrevistas hágale una visita al hogar. Esto muchas veces favorece y fortalece el desempeño escolar.
2.   Canalice cualquier situación en el marco de la tolerancia y el respeto, sin menospreciar la preparación académica del representante.
3.   Demuestre en todo momento coherencia entre lo que dice y lo que hace, ética profesional, vocación de servicio, educación, inteligencia, perspicacia, valores, y en fin reflejar todo un cúmulo de ideales propios de un profesional  facilitador de aprendizajes.
4.   Trabaje. Que el estudiante lleve a su hogar diariamente nuevos conocimientos y emociones maravillosas en  mente y corazón.
5.    Revise las tareas, no dicte un libro, no llene la pizarra (filtre la información), utilice  esquemas o mapas mentales y conceptuales.
6.     Ofrezca  soluciones adecuadas, factibles y  a tiempo… si hay   dificultad de aprendizaje.
7.   Informe con suficiente tiempo la ausencia de  avances y levante acta de las entrevistas hechas al representante.
8.  Proponga a padres y representantes charlas, videos, debates u otra técnica para deliberar sobre  estrategias de enseñanza que puedan usar en el hogar.
9.   Demuestre entrega y amor, no grite, ni maltrate. Trate con cortesía y NO  aplique el efecto Pigmalión  de forma negativa.


¡GÁNESE ASÍ  AL REPRESENTANTE!

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