La indisciplina desde otro ángulo
Existen
actividades rutinarias en la escuela, como
por ejemplo las tareas, los dictados, también llamados escritos guiados, la copia o
transcripción de textos largos e inútiles desde la pizarra, y la misma evaluación continua, que pueden
provocar en el estudiante decepción,
repulsión hacia la figura docente y la
escuela, actitud que puede manifestarse por bajo rendimiento, apatía, abandono de las actividades escolares y en
caso extremo ser causa de deserción.
El
docente debe reconocer que su desempeño necesita un giro o dos. Primero, que su planificación cuenta con actividades y estrategias poco
adecuadas o mal elegidas, y segundo, que tal vez se debe surtir de nuevas estrategias, puesto que el uso frecuente de las mismas, está ocasionando fastidio y desinterés por el trabajo del
aula.
Para mejorar, es necesario mostrarse audaz, perspicaz, inteligente y oportuno, después ser el innovador, ferviente
investigador y estratega que tanto está necesitando nuestra población
estudiantil en todos sus niveles y modalidades.
Como producto de
estas necesidades de reajuste en la planificación de las clases, es de presumir también el hecho de que
en el aula se produzcan casos de indisciplina y por ende surjan los tradicionales
y pocos convencionales castigos, imposiciones, amenazas, sentencias,
prohibiciones o negativas, hasta maltratos, gritos y humillaciones de parte del
docente. De ese docente minimizado por los problemas y cuya creatividad,
expresión verbal y capacidad de resolver, son
tan débiles que lo deja fuera de la posibilidad de
mantener su autoridad y dominio.
En reiteradas ocasiones escuchamos la expresión
“La universidad no nos enseñó esto”, pues en parte es cierto, donde se aprende
de conflictos escolares es en la escuela y en el aula, ahí las situaciones se
presentan de forma imprevista y con diferentes consecuencias, dependiendo de la cultura y educación de los actores y la diversidad
de las circunstancias, pero con seguridad afirmo, que un docente con astucia,
más que por la preparación académica, puede prevenir
cualquier situación desagradable en el aula.
El docente debe
hallar soluciones, sin dejar de ser un profesional con valores, con sensatez y
preparado para actuar y mediar demostrando su educación y vocación de servicio,
lo cual supone que coadyuvará a que el
docente no pierda la cordura y no se declare incapaz de superar episodios
de indisciplina o de cualquier otra índole en su aula. Eso sí pudo aprenderlo
en la universidad, a ser un docente preparado para formar en valores, enseñar buenos hábitos e implantar buenas
costumbres, manteniendo la armonía y promocionando cada día la convivencia sana
y feliz.
No hay nada mejor que prevenir.
Entonces veamos la indisciplina desde otro ángulo. Cambiemos la monotonía de las clases, seamos innovadores, logremos lo que muchos no han logrado... La felicidad de estar rodeado de niños.