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jueves, 26 de febrero de 2015

La indisciplina...¿dónde se origina?




La indisciplina desde otro ángulo


Existen actividades rutinarias en la escuela,  como por ejemplo   las tareas, los dictados, también llamados escritos guiados, la copia o transcripción de textos largos e inútiles  desde la pizarra, y la misma  evaluación continua,   que  pueden provocar en el estudiante  decepción, repulsión hacia  la figura  docente y  la  escuela,  actitud que  puede manifestarse  por bajo rendimiento, apatía, abandono de las actividades escolares y en caso extremo ser causa de deserción.

El docente debe reconocer que su desempeño necesita un giro o dos.  Primero, que su planificación cuenta con actividades y estrategias poco adecuadas o mal elegidas, y segundo,  que tal vez se debe surtir de nuevas estrategias, puesto que el uso  frecuente de las mismas,  está ocasionando fastidio y  desinterés por el trabajo del aula.

 Para mejorar, es necesario mostrarse  audaz, perspicaz, inteligente y oportuno, después ser el innovador, ferviente investigador y estratega que tanto está necesitando nuestra población estudiantil en todos sus niveles y modalidades.

Como producto de estas necesidades de reajuste en la planificación de las clases, es de presumir también el hecho de que en el aula se produzcan casos de indisciplina y por ende surjan los tradicionales y pocos convencionales castigos, imposiciones, amenazas, sentencias, prohibiciones o negativas, hasta maltratos, gritos y humillaciones de parte del docente. De ese docente minimizado por los problemas y cuya creatividad, expresión verbal y capacidad de resolver, son tan débiles que lo deja fuera de la posibilidad de mantener su autoridad y dominio.
  
 En reiteradas ocasiones escuchamos la expresión “La universidad no nos enseñó esto”, pues en parte es cierto, donde se aprende de conflictos escolares es en la escuela y en el aula, ahí las situaciones se presentan de forma imprevista y con  diferentes consecuencias,  dependiendo  de la cultura y educación de los actores y la diversidad de las circunstancias, pero con seguridad afirmo, que un docente con astucia, más que por la preparación académica, puede     prevenir cualquier   situación desagradable en el aula.

El docente debe hallar soluciones, sin dejar de ser un profesional con valores, con sensatez y preparado para actuar y mediar demostrando su educación y vocación de servicio, lo cual supone que coadyuvará  a que el docente no pierda la cordura  y no se declare incapaz de superar episodios de indisciplina o de cualquier otra índole en su aula. Eso sí pudo aprenderlo en la universidad, a ser un docente preparado para formar en valores, enseñar buenos  hábitos e implantar buenas costumbres, manteniendo la armonía y promocionando cada día la convivencia sana y feliz. 

                                           No hay nada mejor que prevenir. 

Entonces veamos la indisciplina desde otro ángulo. Cambiemos la monotonía de las clases, seamos innovadores, logremos lo que muchos no han logrado... La felicidad de estar rodeado de  niños.

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